“Te recuerdo Amanda”
Desapartada sin ninguna cohesión precisa, desterrada en vida y recuerdo, en cuerpo y documento. Barrida por delante y por detrás; por reflejo y sombra; arrancada de raíz sin siquiera rozar sus algodonados pétalos sexuales.
Se desconoce la razón precisa de su destierro; de su apresurado devenir clandestino. Se olvidaron de fecha y lugar; de métodos y prácticas, mataron tiempo, lugar y modo. Cambiaron vida por silencio. Aún hoy se desconoce su paradero.
Al parecer fueron demasiados sus gritos; demasiado libres, demasiado penetrantes. A lo mejor, su melodía desafinaba a cada nota de sus erectos pentagramas. O tal vez, simplemente, no se sintió cómoda ocupando moldes ajenos, y decidió moldearse ella misma.
Sus diversas formas táctiles se pierden día a día en un laberinto encargado de direccionar hasta la más subversiva creación. Más no la potencia de su garganta que deviene en eco constante al oído humilde; mas no sus manos artesanas que destruyen y construyen “santísimas” creaciones; mas no su desafinada melodía que encuentra música en despiertas generaciones.
Su imagen se pierde en el mito, su esencia deviene lucha.
(Nota: Texto sujeto a constantes y dolorosas trans-formaciones.)
(Nota: Texto sujeto a constantes y dolorosas trans-formaciones.)
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